miércoles, 30 de abril de 2008
En el Guerrero de la Luz Online anterior hablé sobre la lectura, la pluma y la palabra. Termino aquí con algunas reflexiones sobre el texto final.
En primer lugar, repito lo que dije anteriormente: todo el mundo tiene una buena historia que contar, y forma parte de la naturaleza humana el compartir un poco de la experiencia personal con los demás. Quizás me pregunten: ¿y la editorial? ¿Cómo publicar estas experiencias?
En realidad, hoy en día existen muchas plataformas para eso (como la internet o cualquiera de los muchos periódicos en circulación, por ejemplo) y siempre habrá alguien interesado en lo que escribes. De todas maneras, aunque no existiese tal persona, el placer de escribir ya merece la pena.
Es decir: si hace miles de años no existía nada nuevo, ¡imagínate ahora! Nuestros sentimientos de alegría y angustia continúan siendo los mismos, y no hay por qué esconderlos. Y aunque no haya nada nuevo bajo el sol, permanece aún la necesidad de traducirnos todo eso a nosotros mismos, y a los de nuestra generación.
A] una historia de amor entre dos personas
B] una historia de amor entre tres personas
C] la lucha por el poder
D] un viaje.
Si alguien pasa al lado de un escritor que acabó de terminar un texto, pensará que tiene una mirada vacía, y que parece distraído. Pero él –y solamente él- sabe que arriesgó mucho, que consiguió desarrollar su instinto, que mantuvo la elegancia y la concentración durante todo el proceso, y que ahora podrá darse el lujo de sentir la presencia del universo, y comprenderá por fin que su acción fue justa y merecida. Los amigos más cercanos saben que su pensamiento cambió de dimensión, pues ahora está en contacto con todo el universo: continúa trabajando, aprendiendo todo lo que ese texto trajo de bueno, corrigiendo los eventuales errores, aceptando sus virtudes.
Escribir es un acto de valentía. Pero merece la pena arriesgar.